lunes, septiembre 14, 2009

GOTTFRIED BENN Amor / Fragmentos

GOTTFRIED BENN

Amor

Fragmentos




AMOR


Amor —las estrellas hacen guardia
sobre los besos,
mares —Eros de la lejanía—
murmuran, murmura la noche,
se alza sobre el lecho, sobre el respaldo,
antes de que se perdiera la palabra,
Anadiomena
que surge eterna de su concha.

Amor: horas de sollozos,
ansias de eternidad,
borran sin muchas heridas
un par de lunas del tiempo,
desembarcan, ¡creencia exaltada!
El Arca y el Ararat
son para el agua un botín
sin límites.

Amor, transmites las palabras
que te fueron dichas:
ronda: cómo están los lugares
velozmente recorridos por lo que se extinguió.
Cambio. Y las horas ambulan,
y giran las llamas.
Entre tormentas ajenas,
te das y te recibes a ti mismo.


FRAGMENTOS

Fragmentos,
desechos del alma,
coágulos del siglo veinte.

Cicatrices: alterada circulación de la creación temprana;
las religiones históricas de cinco siglos, destruídas;
la ciencia: fisuras en el Partenón,
Planck, de nuevo perturbado, tropezó en su teoría de
los quantas con Kepler y Kierkegaard.

Pero hubo anocheceres que se perdieron en los colores
del Dios Padre, más sueltos, bullendo largamente,
irrevocables en su silencio,
en su chorreante azul,
color de los introvertidos.
Entonces uno se concentraba,
las manos apoyadas sobre la rodilla,
rústica, sencillamente,
y entregado a un tranquilo trago
mientras sonaban las armónicas de los peones.

Y otros,
acosados por convulsiones interiores,
impulsos hacia lo abovedado,
estilos de arquitectura comprimida
o partidas de caza en pos del amor.

Crisis de expresión y ataques de erotismo:
esto es el hombre de hoy.
El interior, un vacío,
la continuidad de la persona
es conservada por los trajes
que si son de buen material duran diez años.

El resto, fragmentos,
sonidos a medias,
frases de melodías desde las casas vecinas,
negro spirituals
o Ave Marías.

JOSEF WEINHEBER Nocturno / A media voz

JOSEF WEINHEBER

Nocturno

A media voz



NOCTURNO


Senda de grava y luna sobre el árbol:
todo se dice suavemente.
Todo está en el interior del sueño.

Huella en torno de la boca, que se queja,
frente, que arriba con las estrellas,
sufre, llamea e interroga.

Ay, aprender de la expiación:
todo es regalado solamente
para alejarnos de nosotros mismos.

¡Tiempo, donde el frescor se hunde!
Hora, donde el secretamente perturbado
piensa con amargura en el adiós.

¡Si tu corazón lo oyera todavía!
¡Siente cómo asciende el cielo nocturno
que a causa de aquél nos trastornara!

Huella en torno de la boca, que se queja,
senda de grava y luna sobre el árbol.
Vela, extinguiéndose en el cuarto.

Todo se dice suavemente.



A MEDIA VOZ

Toma lo más sombrío del hombre: esto es eterno.
Toma de un pecho doliente lo perdido, exhala
la vergüenza, la nostalgia, murmura el llanto
en la calma del atardecer,

en los pensamientos antes de dormir, todas
las palabras exhaladas de la noche otoñal, todos
los pobres caminos solitarios, la aflicción
y el término del amor.

Como tormenta es el dolor humano y como el remoto
juego de arpas; lo más profundo, empero,
es un río; no fluye desde aquí, corre
en el interior de la tierra.

Toma el dolor y conviértelo en canción. ¿Qué
canción es más dulce, cuál más dignamente delicada?
Igual a la boca herida de la amada, luego;
o a la rara
sonrisa de un moribundo. En los límites siempre
se vuelven más grandes los sentimientos. Pues en
el tránsito están la consagración y el deber y aquella
fuerza mortal del sacrificio.

¡Copa amarga, sé bendecida! Ay, ¿quién
sufre, pues, bastante? ¿Y quién fue
vaciado hasta el fin, para que la rígida y tirante
cuerda lo estremeciera?

DYLAN THOMAS En mi ofico o arte arisco

DYLAN THOMAS

En mi ofico o arte arisco



EN MI OFICIO O ARTE ARISCO

En mi oficio o arte arisco
Ejercido en la noche tranquila
Cuando sólo la luna brama
Y los amantes están acostados
Con todas sus penas en sus brazos.
Yo labro con luz canora
No por ambición o pan
Ni por el pregón y la venta de talismanes
En los escenarios de marfil
Sino por la paga coriente
Del corazón más secreto.

Yo no escribo para el orgulloso aparte
De la luna que está bramando
En estas páginas de rocío marino
Ni para los muertos imponentes
Con sus ruiseñores y salmos
Sino para los amantes, cuyos brazos
Rodean las penas de todos los tiempos,
Quienes no me pagan con alabanzas ni monedas
Ni prestan atención a mi oficio o arte.

(Traducción: E. L. Revol)