Martín Sosa CameronCÓRDOBA INVISIBLE: HISTORIAS
Hay historias en la ciudad de Córdoba que realmente causan una profunda impresión, y esto debido a dos poderosas razones: una, por el valor de cada referencia en sí; otra, porque son desconocidas por la casi totalidad de los cordobeses, ignorantes hasta de la importancia de los protagonistas.
Lawrence Durrell, el gran escritor británico tantas veces candidato al Nobel de Literatura, amigo de Henry Miller y autor del célebre Cuaderno negro, uno de los libros favoritos de Dylan Thomas, vivió dos años en Córdoba, en donde tuvo trato personal con algunos de los principales animadores de la vida cultural de la ciudad, en especial con el entonces muy joven Emilio Sosa López, “Uno de los intelectuales más destacados de Argentina” (véase: Nuevo Espasa Ilustrado, 2005, España), a quien Durrell tradujera poemas al inglés. El padre de Sosa López, Emiliano, había sido secretario privado de Elpidio González, vicepresidente de la República.
Sobre la avenida Roque Sáenz Peña, frente al parque Las Heras, lindante con el centro comercial de la ciudad, había unas antiguas viviendas: en una de ellas, casa paterna de Enrique Luis Revol (amigo de Andre Breton y Octavio Paz), estuvieron almorzando Albert Einstein y Enrico Fermi; sin embargo, ni una modesta placa recuerda el acontecimiento.
Muy cerca de la esquina de Umberto Primo y La Cañada, más de una vez pasó jugando el niño Eduardo Mallea cada vez que veraneaba con su familia. Como cualquiera lo sabe, tanto Mallea como Borges son los escritores de Argentina más veces considerados para otorgarles el premio Nobel.
Uno de los más grandes músicos del siglo XX, el español Manuel de Falla, por problemas respiratorios, debió abandonar su país y radicarse en la provincia mediterránea porque el clima de Córdoba lo favorecía. El poeta Juan Larrea, también hispano, una de las principales figuras de la Generación del 27, vivió largos años en Córdoba, siendo docente de la Universidad Nacional, la más antigua de Argentina y una de las primeras en fundarse en América. Antonio Bonet, urbanista que trabajó con Le Corbusier, también vivió en Argentina, en donde renovó y contribuyó al desarrollo de la arquitectura moderna, dejando sus huellas en Córdoba en algunas obras en colaboración con Clorindo Testa.
Por las calles de la ciudad, durante un período considerable, paseó su hermosura Lila Guerrero, novia de Vladimir Maiakovsky.
Mientras residió en Córdoba, el español Rafael Alberti abandonó a su esposa, la escritora María Teresa León, y a su hija, internando a la primera como enferma mental.
Otro peninsular ilustre, Jacinto Benavente, en el momento en que dejaba Córdoba, recibía un telegrama asombroso: le acababan de otorgar el premio Nobel literario.
El francés Charles Thayss, uno de los arquitectos que trabajó en la remodelación de París dispuesta por Napoleón III, vivió en Córdoba, en donde diseñó el originario parque Sarmiento.
En la esquina céntrica de Nueve de Julio y Rivera Indarte estaba el Hotel Bristol; allí, comían y departían animadamente el autor de Platero y yo, Juan Ramón Jiménez, premio Nobel, con los veinteañeros Emilio Sosa López y Enrique Luis Revol…
El ingeniero francés Gustave Eiffel, creador de la torre parisina que lleva su nombre, es el autor de una casa metálica que está en el antiguo barrio cordobés de San Vicente.
Para propios y visitantes, estos datos serán nuevas razones de curiosidad y atractivo para redescubrir en Córdoba