TRES ES UNO Martín Sosa Cameron
Martín Sosa Cameron
Me cuesta mucho hablar de cosas personales, también escribir sobre eso mismo, pero una gran fuerza surgía de mi interior y empujaba para tranformarse en algo, siempre relativo a mí, y no sabía cómo darle cauce… Hasta que —casi desesperado por mi propia inquietud e imposibilidad—, tomé un papel e hice un dibujo, y cuando lo terminé sentí que allí estaba dicho lo que no podían hacer mis palabras…
Muy brevemente, diré que había dibujado dos personas detenidas en un camino rodeado de altos árboles, a pleno sol, estaban casi de espaldas, pero algo percibía de sus rostros, que dirigían sus miradas hacia una colina que se veía muy claramente en el fondo de la lámina que hice… Una de las figuras, la de la izquierda, era un Niño pronto a dejar de serlo, y la otra era ya un hombre Adulto…, y luego de mirarlos detalladamente dibujados y definidos, ví que ambos me representaban: era yo, yo Niño, yo Adulto… Percibí que el Adulto amaba al Niño, pero éste no al otro, más bien le molestaba, lo inquietaba…
Seguí observando con mucha curiosidad mi propia ilustración, salida de mí, pero a la que aún no le encontraba mucho sentido, aunque hecha en mi etapa de transición vital, entre el Niño y el Adulto… Era un período mío, despidiendo al Niño y al pasado y expectante por el Adulto, mi porvenir…, de allí las diferencias afectivas…
De pronto, oí que los personajes del dibujo hablaban entre sí…
El Niño decía “No quiero ir hasta la colina, quiero quedarme aquí mismo, estoy cansado…”
El Adulto le respondió “Falta menos, vamos hasta allá, desde la colina todo se ve más claro”
El Niño protestó: “No, no quiero…, además, ¡tengo miedo…!”
El Adulto contestó: “Ja ja ja… Siempre tienes miedo”. Luego de un corto silencio, agregó “¡Vamos, vamos, no perdamos tiempo! Todo pasa tan rápidamente…”
“Estoy cansado… no tengo ganas, no me interesa…” exclamó el Niño
El Adulto sonrió afectuosamente: “Jamás te faltan el miedo, el cansancio, el desgano, el desinterés… ¡Vamos de una vez, que aunque no quisiéramos igual tendrás que llegar, y verás todo más claro!… Mira qué hermoso sol tenemos”
Ambos callaron y parecieron distenderse… El Adulto abrazó al Niño por un hombro y éste le respondió pasándole el gesto por la cintura, y juntos empezaron a marchar (supongo yo…)
Luego de unos segundos de total silencio, sin pensarlo, exclamé en voz alta: “Jamás estaré solo… Mi yo del ayer y mi yo del mañana siempre me acompañan”
DESDE OTRA PERSPECTIVA INTERIOR
Me gusta la gente que me quiere, pero me suele poner incómodo pues temo defraudarlos, o desencantarme de ellos
La mayoría de mis amigos y conocidos tiene, poco más o menos, mi misma edad, y a veces me atrevo --por escucharlos-- a decir algo de mí, aunque siempre es menos de lo que yo quisiera, pues ellos pueden compartir o entenderme, pero ¿qué preparación, qué experiencia tienen para aconsejarme? Casi todos los adultos que me rodean o veo casi a diario son un dechado de errores y fracasos, ¿qué de correcto pueden decirme?
Pareciera que únicamente carezco de miedo a tener miedos…
No todos los que hoy están conmigo, cerca o lejos, lo estarán después, lo sé, y eso me angustia, pero me es imposible decirlo… Bebo por que alivio mis tensiones, me desinhibo, pero ni aún así digo lo que habitualmente callo… Yo mismo fabrico mi propia soledad…